Estaba aburrida entrando a Facebook sin ninguna otra excusa que tener la ventana con esa red social abierta, cuando me quedé mirando la última foto que había compartido de Instagram. La Avenida del Sol, en Cusco, Perú.
Y de repente un sentimiento de melancolía me invadió. No podía dejar de verla y pensar en lo mucho que extraño Perú, su comida, la gente que conocimos en el camino, sus paisajes. Hacía solo un poco más de un mes, estaba caminando por esa misma avenida, con unos amigos, viviendo lo que hoy puedo empezar a decir que fue el viaje que me inspiró a creer en lo que realmente quiero de mi vida.
Pero, y lo más importante, me hizo pensar en porque extraño tanto ese país. Solo estuvimos 27 días y los últimos 4 ya extrañábamos mucho Argentina. Es raro el sentimiento que me invade de solo pensar en esa calle, son muchas cosas las que vivimos y cada una dejó una marca muy particular.
Perú siempre fue mi sueño desde chica. Con mi amiga hablábamos siempre de querer conocer Machu Pichu y de caminar por una de las maravillas del mundo. Y 15 años después logramos cumplir eso que alguna vez fue un sueño. Esa es la gran marca que rodea a todas, cumplir EL sueño.
Pero ¿Porque extraño tanto? Creo que porque justamente viajar, o más específicamente cumplir este sueño, me abrió paso a miles de conocimientos más, a creer que realmente se puede alcanzar eso que uno quiere y a impulsarme para poder lograr más allá de lo que uno se puede imaginar.
Entonces no es solo extrañar Perú ese sentimiento que tengo ahora, es más que eso. Las puertas de mi cabeza han sido abiertas y el hecho de poder sentirme libre y en plenitud conociendo nuevos horizontes me ha despertado ese hermoso gustito a la libertad que nos da la belleza de nuestro planeta.
Extraño, sí, mucho! Pero siempre voy a extrañar, porque ahora está la parte difícil de haber despertado para querer seguir cumpliendo esos sueños que van apareciendo, esos sueños de viajar, de conocer, de comprender y de aventurarme en lo que sea que aparezca en mi camino. Ahora es cuando me doy cuenta que haber querido viajar para ir en busca de mi lugar en el mundo, me enseñó que no lo voy a encontrar, porque como viajera, debo aceptar la responsabilidad de que: el mundo es mi lugar…